Igualdad para Todos
En un pueblo pequeño de la ciudad
de Obregón, Son., vive una la familia Armenta con pocos integrantes, entre ellos
se encuentra Laurita la hija menor de Juan y Magdalena, una niña de seis años
de edad, piel morena y baja estatura, ojos grandes llenos de alegría y
complicidad, sus papas estaban muy contentos en tenerla en casa, aparte de ser
la pequeña de la casa era la única mujer, tiene dos hermanos mayores José de
doce años y Pedro de nueve años, todos se encontraban estudiando en la primaria
del pueblo donde viven.
La escuela es pequeña solo cuenta con una grupo de cada grado, pero
es muy peculiar la mayoría de los alumnos son hombres, no es debido a que no se acepten a mujeres en
la escuela, es debido a la cultura de los padres que no quieren que sus hijas
tengan una educación si terminaran casándose y atendiendo a su marido; pero la
familia Armenta es diferente a los demás ellos quieren que su hija tenga
educación, que no conforme con estar en la casa y atender a su marido e hijos.
Al inscribir a Laurita en la
escuela la directora se sorprendió al saber que inscribirían a una niña para el
siguiente ciclo escolar, pero los comentarios no se hicieron esperar, los demás
padres de familia no estaban de acuerdo en que aceptaran a Laurita en la
escuela, decían ¨cómo es posible que estudie una niña en la escuela, eso es
para hombres, mejor que la enseñen a ser una buena esposa y no a perder el
tiempo en tonterías¨, así pasaron los días,
semanas y meses.
Y se llego el día en que Laurita
acudiera por primera vez a la escuela, en la mañana sus papas y sus hermanos
estaban muy entusiasmados porque empezaría una nueva etapa, pero no sospechaban
lo que ocurriría, al presentarse al salón donde Laurita encontraría a sus
amigos, con los que jugaba todos los días en el parque, no pensó que la
reacción de ellos fuera de desagrado y no la trataban como antes, empezaron
hacerle bromas y comentarios muy desagradables.
En la hora del recreo cuando la
maestra no estaba al pendiente, los niños fueron con Laurita, ella estaba feliz
porque jugaría con ellos, pero estaba equivocada, la empezaron a molestar a
decirle que ella debería estar en la casa que las niñas no van a la escuela,
Laurita empezó a llorar y fue corriendo con su maestra, le contó lo sucedido y tomo
cartas en el asunto, primero hablo con la directora sobre la situación aunque ella
ya estaba al tanto de todo; al regresar de recreo la maestra hablo con los
niños sobre la actitud que tenían con Laurita, les comento que no es bueno
andar haciendo ese tipo de comentarios y que ella tenia la misma oportunidad de
estudiar como ellos, que no por ser niña cambiaría algo, que en la escuela
todos eran iguales y recibían el mismo respeto por todos, así pasaron los días
los niños ya no hacían los comentarios pero no se juntaban con ella.
La directora realizo una junta
con todos los padres de familia de la escuela para hablar sobre la igualdad de
oportunidades y el respeto hacia los demás, los padres de Laurita hablaron con
todos, mencionando que ellos querían una mejor vida para su hija y por eso la
mandaron a la escuela que estudiar no va
en contra de ser una buena madre, hablaron de las oportunidades que tendría al
estudiar y como eso abriría las oportunidades para las demás niñas que desean
estudiar pero por temor a ser juzgadas no lo mencionan.
Se realizo un trabajo arduo entre los directivos, maestros, alumnos, padres de familia y comunidad, pero poco a poco se creó conciencia sobre respetar las opiniones y tratar con igualdad a todos y no juzgar por querer cambiar las cosas, pasaron los meses y ya se registraba un incremento en el número de niñas que ingresaban a estudiar, continuamente se realizaban platicas
sobre igualdad, respeto y tolerancia, poco a poco toda la comunidad fue cambiando
su forma de pensar, claro no sucedió de la noche a la mañana pasaron meses
incluso años para que comprendieran lo importante que es tener respeto por los demás,
tolerancia en la forma de pensar y sobre todo el tratar como igual a hombres y
mujeres.